María N. lleva 14 meses laborando en la presidencia de comunidad, se desempeñaba como secretaria, nunca imaginó ser acosada por su jefe directo. Y peor aún, por no acceder a las propuestas de esa autoridad, primero fue intimidada con ser despedida, amenaza que cumplió Ricardo Jiménez por no aceptar sus proposiciones, pese a que días antes en el discurso reconoció la labor de las mujeres de Tlacochcalco.
Judith Soriano/agendatlaxcala
Es 14 de marzo, pasa ya el medio día, todo transcurre como de costumbre, es la presidencia de comunidad de Tlacochcalco, municipio de Tepeyanco, en Tlaxcala, María N. (como la llamaremos en esta ocasión), pasa el peor episodio de su vida.
Su jefe, la autoridad en esta localidad la ha hecho sentir sucia, las manos en su rostro de Ricardo Jiménez le han atemorizado, pues intenta besarla y la ponen en alerta, es víctima de acoso sexual.
De estos hechos ya tiene conocimiento la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE), ya quedaron asentados en la averiguación previa número 236/2012/ AMPEDGVI-S, presentada el 16 de marzo.
María N. lleva 14 meses laborando en la presidencia de comunidad, se desempeña como secretaria, nunca imaginó ser acosada por su jefe directo.
Y peor aún, por no acceder a las propuestas del presidente de comunidad, primero fue intimidada con ser despedida, amenaza que cumplió Ricardo Jiménez por no aceptar sus proposiciones, pese a que días antes en el discurso reconoció la labor de las mujeres de Tlacochcalco.
María N. narra a agendatlaxcala, lo que ha sido para ella una acción insultante por el hecho de ser mujer.
Es casada, pero quiere contribuir en el sostén de su familia, intenta ofrecer una mejor oportunidad de vida a sus hijos, así que se sumó a un proyecto, el de Tlacochcalco.
No es la primera vez que labora, ha trabajado en distintas administraciones municipales y nunca había tenido problemas, “siempre desempeñé mi trabajo con respeto y profesionalismo”, precisa.
Este es un momento muy difícil, “en mi casa crecí sin la figura paterna, porque quien me engendró nos abandonó, lo que he logrado junto con mis cuatro hermanas, ha sido a base de esfuerzos y nada se me ha dado de manera fácil”. Manifiesta con impotencia.
“Hay hombres que por el simple hecho de ver a una mujer sola se quieren aprovechar de la situación y acosarla sexualmente y si ésta se resiste, entonces vienen las amenazas de quitarle el trabajo o boletinarla para que nadie le de empleo”.
María N. es una de tantas mujeres que se enfrentan al acoso sexual, pero quizá una de las pocas valientes, que a pesar de ser un riesgo de ser señalada, se atrevió a denunciarlo ante las autoridades, los hechos quedaron sentados en la averiguación previa número 236/2012/ AMPEDGVI-S.
María N. es muy joven y con la vez entrecortada, narra su mala experiencia.
“Llegue a trabajar a la presidencia de comunidad hace más de un año, porque mi tío me dijo que había chance de entrar como secretaria de Ricardo Jiménez Flores, mis actividades las desarrollé de manera normal, pero el 14 de marzo de este año, me tocó vivir en carne propia lo que sólo había conocido por comentarios o experiencias de conocidas”
Rememora, mientras sus ojos se llenan de lágrimas.
“El día 14 de marzo alrededor de las 12:00 horas, el señor se acerca a mi lugar, yo estaba revisando unos archivos y en ese momento me puso el brazo izquierdo rodeando mis hombros y con el otro me acaricia las mejillas”
“En seguida le digo que no haga eso porque me molesta, él respondió –no te puedo dar un beso, no te puedo dar una mordidita, qué tanto es tantito?-, le insistí en que me respetara”.
Dice que una vez que le quita las manos de su cuerpo, Ricardo Jiménez Flores, le repite que por qué tanto se espanta, “qué tanto es una mordidita o un beso”.
Señala que en ese instante llega un promotor del IFE, a quien atiende el presidente de comunidad en menos de 10 minutos para poder regresar con ella.
Una vez que el representante del IFE se va, el presidente de comunidad, persistente en su propuesta de seducirla. “Regresa al escritorio, se acerca y me toca las mejillas, presionándolas con sus dedos y diciendo que si me podía dar un beso”, María se vuelve a negar pues eso sólo se lo permite a su esposo.
María N. manifiesta que se levanta del lugar y le dice que ella sólo le pedía respeto, porque así como le pagaban un salario, de igual forma cumplía con su trabajo, cuyo horario era de 9:00 a 15:00 horas.
-“El señor me dice que si yo no quiero, pues entonces, qué pasaría si yo estoy despedida, a lo que yo le respondo que si me va a despedir porque no accedo a sus peticiones, pues prefiero estar desempleada”.
Como María N. se niega a las pretensiones, Ricardo Jiménez, le indica que al día siguiente debía entregar las llaves de la presidencia de comunidad.
“El 15 de marzo, mi jefe llegó alrededor de las 09:00 horas a la oficina, preguntando que si no había llegado la persona que teníamos citada, yo le digo que no, posteriormente me cuestionó que qué había pensado con lo que me había dicho”.
Ella le responde que seguía en la misma idea de no pasar más allá de una relación laboral, el sujeto reincide en su acción de acercarse y tocarle las mejillas y ante la negativa de ella, le dice que de inmediato hiciera el proceso de entrega recepción de todo lo que estaba bajo su resguardo.
“El día jueves fui despedida injustificadamente por no querer tener otra situación física con el señor Ricardo Jiménez Flores, presidente de comunidad de Santiago Tlacochcalco”.
Días antes, el presidente de comunidad le propuso a María N. que lo acompañara a una convención que se llevaría a cabo en el puerto de Acapulco Guerrero, planteamiento que fue rechazado.
María N. comparte con agendatlaxcala, mientras limpia sus lágrimas, que prefirió ser despedida, “pero me fui con dignidad”, esa que no se compra, ni se da a cambio de mil 800 pesos que le pagaban quincenalmente.
-“El daño psicológico ya está, gracias a Dios que pasó esto, porque me alejó de este tipo de personas, que carecen de ética y moral, la situación en la que yo me encuentro es difícil, pero quiero hacerlo público”.
Agrega “no se vale que tengamos servidores públicos de esta clase, que piensan que por el cargo que tienen pueden obligar a los empleados a hacer algo que no quieren, o con lo que no están de acuerdo y en especial a nosotras las mujeres”.
Destaca que en el momento que fue acosada, pasaron muchas cosas por sus pensamientos. “No sabes si correr, cómo defenderte, qué hacer, si empujarlo, no sabía qué hacer, por todo lo que podía pasar, tuve miedo, estaba sola. Nunca pensé que el sujeto pretendiera otra cosa, yo sólo acudía y cumplía con mi trabajo. Y me sentí sucia cuando él me tocó, cuando puso sus manos en mi rostro”.
Atemorizada por la reacción que pueda provocar en el presidente de comunidad, lo responsabiliza.
“Yo hago responsable al señor Ricardo Jiménez Flores de todo lo que llegue a pasar, él es el único que ha atentado contra mi estabilidad emocional, psicológica y moral, de todo lo que llegue a suceder, tanto a mi familia, como a los que me rodean, sabe mi domicilio, lo responsabilizo de todos los actos malos que puedan pasar en contra mía, de mi esposo o de mis hijos”.