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viernes, 4 de marzo de 2011

Teziutlán y Tlapacoyan Intentan Sofocar Incendio en Hueytamalco

El fuego podría extenderse hasta una zona habitacional

Por Hilarión Arriola Bernavé/Cinco Radio
Al medio día de ayer jueves las autoridades municipales de Hueytamalco pidieron el apoyo del H. Cuerpo de Bomberos de Teziutlán, ya que un voraz incendio estaba consumiendo el basurero municipal de ese lugar, amenazando con extenderse hacia algunas viviendas.
   Hasta pasada la media noche de hoy viernes el siniestro no había podido ser controlado, la preocupación de las autoridades es el que el fuego no se extienda hasta unas viviendas que ya se encuentran cerca, por lo que estaban haciendo uso de maquinaria pesada para crear corta fuegos debido a la magnitud de las llamas que se estaban esparciendo demasiado rápido.
   Debido a la intensidad del incendio pidieron el apoyo del H. Cuerpo de Bomberos de Tlapacoyan Veracruz para tratar de sofocarlo.

Dos Policías del Edo de México Vuelven a Nacer en la Autopista Mexico-Puebla

Su vehículo fue impactado por una nodriza quedó hecho un acordeón de fierros y salieron vivos, sin lesiones de gravedad

Por odilon larios/Cinco Radio
Un aparatoso accidente el cual dejó completamente destruida una patrulla de la Policía Auxiliar del Estado de México, milagrosamente sólo dejó a sus dos ocupantes con lesiones  que no son de gravedad. El percance habría ocurrido alrededor de las 21:30 horas de este jueves cuando dos vehículos fueron impactados por una nodriza en el kilómetro 119 de la autopista México-Puebla, con sentido a Puebla.
   Fueron tres los vehículos involucrados en el accidente, y de acuerdo con los primeros peritajes efectuados por elementos de la Policía Federal Sección Carreteras, habría sucedido de la siguiente manera: una camioneta Nissan, color gris, con camper, con placas de circulación 449-VUJ, se habría quedado ponchada con una llanta metros delante de donde ocurrió el percance.
   Por ello la patrulla A-15-25 de la Policía Auxiliar del Estado de México, tuvo que descender su velocidad, lo mismo hizo un Volkswagen tipo Sedan, color rojo con placas de circulación TVY-73-52 de Puebla, que iba atrás de la patrulla.
   Sin embargo un tractocamión que arrastraba dos nodrizas cargadas con vehículos de la marca Ford, debido a la velocidad y al peso de su vehículo, no pudo detenerse. Por lo que impactó al Sedan, proyectándolo y causándole sólo daños materiales.
   Tras impactar al vochito, el tractocamión se fue contra la patrulla auxiliar del Estado de México, convirtiéndola en chatarra. Este último vehículo, haciendo válido el símil, quedó como un acordeón de lata.
   Hasta al lugar acudieron paramédicos de Caminos y Puentes Federales, quienes se encargaron de hacer las maniobras correspondientes para rescatar los cuerpos de los dos policías auxiliares, que habían quedado prensados en el lugar.
   Tras lograr sacar a los lesionados, se determinó que milagrosamente ninguno de ellos presentaba lesiones que pusieran en riesgo su vida. Reinaldo Andrade Tinojo, de 46 años de edad es el nombre de uno de los lesionados, quien por increíble que parezca salió caminando por su propio pie, sin embargo fue trasladado al Hospital La Paz, para ser valorado, sus lesiones fueron consideradas por lo expertos en urgencias médicas como de la tercera prioridad.
   Mientras que el conductor Jesús Velasco Juárez de, 42 años de edad, resultó con lesiones de la segunda prioridad, es decir que sus lesiones no ponen en riesgo su vida. Los paramédicos y los policías federales consideran que algo que favoreció a los policías accidentados fue que llevaban puesto el chaleco antibalas, el cual los protegió y les ahorró algunas lesiones.
   Del conductor de la nodriza, quien se presume fue el responsable del percance, no se supo nada, porque se dio a la fuga luego que ocurrió este aparatoso accidente vial, a pocos metros de la comandancia de la Policía Federal.

Imprudencia de los conductores de una combi y una pipa provoca 7 Lesionados

Cinco Radio
Éste jueves al filo de las 10:20 de la mañana se suscitó un accidente automovilístico en la calle Mina esquina con Díaz Mirón, lugar en donde una combi del transporte publico de pasajeros con número económico 67 con placas de circulación 7727SSD del estado de Puebla conducida por Cipriano López Herrera se impactó contra una pipa vacía de PEMEX con placas de circulación YN37533 del estado de Veracruz conducida por Marco Antonio Flores Sol.
   Sobre los hechos que originaron este percance automovilístico, al parecer hay responsabilidad por parte de ambos conductores, así lo dio a conocer el Agente del Ministerio Publico Jesús Rodríguez Muñoz de Cote  ya que la pipa de PEMEX  al ir circulando por la calle Mina inició sin detener totalmente la marcha de la unidad la maniobra para efectuar la vuelta hacia su izquierda para tomar la calle Díaz Mirón, por su parte el conductor de la combi sin disminuir la velocidad para tratar de evitar el impacto, chocó el frente de la unidad contra el costado derecho de la pipa, por lo que la pesada unidad arrastró a la combi seis metros aproximadamente.
   El Director de Seguridad Vial Municipal Pedro García dio a conocer el saldo de  este accidente automovilístico, resultando las siguientes 7 personas lesionadas: Cipriano López Herrera de 36 años (conductor de la combi),   Juan Carlos Olivares Pérez de 15 años, Miguel Olivares Pérez de 19 años, Gabina Pérez de 37 años, Yolanda Marcelo de 28 años, Alfonsina Hernández de 23 años y Cristian Peralta de 9 años.
   Los lesionados fueron trasladados a la Policlínica y al hospital Guadalupano para su atención.
   Las dos unidades fueron puestas a disposición del Ministerio Publico, asi como ambos conductores quedaron en calidad de detenidos para deslindar responsabilidades.

jueves, 3 de marzo de 2011

Epazote y harina: alegorías del narcotráfico

Proceso/México, D.F.-
Una nave industrial donde los empleados no cruzan palabras entre ellos. Un sujeto con sombrero y botas que los vigila desde la parte superior de la nave. Paquetes envueltos en cinta canela que se van acumulando en los extremos de las mesas. Una veintena de empleados diestros para empacar y embalar la cocaína…
   La harina y el epazote son los ingredientes principales de la instalación del artista  Roberto de la Torre en el extemplo de Santa Teresa la Antigua, a espaldas de Palacio Nacional. Harina que representa la cocaína y epazote que simula la mariguana. “La técnica y los materiales que se utilizan en el empacado de estos alimentos son similares a los que se manejan en los laboratorios clandestinos para envolver dichos estupefacientes”, indica la cédula.  
   La iluminación de la nave es casi clínica. Un par de lámparas se distribuyen encima de las doce mesas donde más de seis horas al día se empaca la droga. Los Tucanes de Tijuana cimbran las paredes cuarteadas del extemplo: Quince mil kilos de polvo / le subieron a la nave / volaron a su destino / sin que lo impidiera nadie… 
   Alejado de visiones laudatorias al gobierno federal, De la Torre confronta el fenómeno del narcotráfico con ingredientes de la canasta básica como la harina y el epazote. En el espectador tiene un doble significado: la parodia negra de la tragedia y una fuerte crítica al sistema de corrupción en el país.
   Dante tiene un semblante hosco, uno de esos que asocias al arquetipo de mafioso. Desaliñado y con sus manos llenas de cayos pesa la harina en una báscula electrónica. En seis horas elabora de 15 a 20 paquetes de 250 gr. Ni más ni menos. Le da forma a los cubos con una pala de plástico para después rodearlos con cinta adhesiva.
   “(A Harina y epazote) le falta explicación, si lo que pretende es demostrar que (el narcotráfico) genera empleos faltan estadísticas. También faltan los guardias con sus cuernos de chivo vigilando que nadie se robe nada”, critica Dante Díaz, estudiante de psicología y voluntario en la instalación.
   A su espalda, Carlos Estrada, muele las hojas secas con las yemas de los dedos. Con una ráfaga de insolencia, un muchacho con una pulsera de San Judas Tadeo, le enseña como cernir la hierba deshidratada. Agita el colador con la experticia de un narcomenudista. Lo hace tan bien que la hierba queda lista para meterla en las velas (los cucuruchos donde venden la mariguana).
   "Los chavitos lo ven chido dicen: Soy el narco y a esto me quiero dedicar. La muestra fomenta un poco esa idea, porque no hay cédulas informativas”, cuenta Carlos, otro de los voluntarios.
   Un par de amas de casa se quedan perplejas ante el amontonamiento de epazote en una de las capillas. Sus hijas miran impávidas a la estatua sin rostro de algún santo olvidado. Las niñas corren por un pasillo estrecho que conduce a otra sala donde hay más manojos de epazote deshidratándose. Suben unas escaleras que conducen al sembradío hidropónico donde hay más de 400 plantas de epazote germinando…

Una apología del narcotráfico
   No. Aquí no hay personas torturadas o degolladas. No hay referencias explícitas a la guerra contra el crimen organizado. No hay deshumanización como lo vemos en los conteos mensuales de homicidios relacionados con el narcotráfico. Más bien, la instalación adquiere una forma de metáfora, de desciframiento histórico-político, en un contexto donde el Ejecutivo montó una cruzada en contra del crimen organizado.
   “Es una abstracción de lo que pasa en el país, es una alegoría. La misma problemática que tiene el museo en cuestiones económicas y de logística, es una especie de microcosmos que retrata la sociedad mexicana”, relata De la Torre.
   Harina y epazote se ampara en las declaraciones del exsubsecretario de Fomento a los Agronegocios de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), Jeffrey Max Jones Jones, el miércoles 28 de octubre de 2009, cuando elogió la lógica de mercado del narcotráfico.
   “Hay muchas cosas que puede aprender el campo del narcotráfico. Han logrado identificar a un mercado y crear la logística para surtirlo con el gobierno en contra, y lo han hecho sin subsidios”, dijo durante el foro La política agroalimentaria en un escenario de crisis económica global. Días después el subsecretario presentó su renuncia. Roberto De la Torre se inspiró.
   Otro de los detonantes que llevaron al artista a realizar la pieza fueron las imágenes de la violencia que a diario publica la prensa nacional. De hecho, los rojos marcadores de los diarios sirven para envolver, involuntariamente, los paquetes de epazote, que simulan mariguana: 1 de noviembre de 2010. Se enfrentan militares con sicarios. Ejecutan a mando policiaco. 18 de noviembre de 2010. Cae jefe de sicarios de Gente Nueva. Tiroteo y persecución de Jalisco a Zacatecas.
   De la Torre mezcla la intervención arquitectónica y el performance formando un conjunto sarcástico, deprimente y elocuente, que toca los fundamentos de la confusión: Sí, estamos en una cruzada contra las drogas, pero también se beneficia el sistema económico.
   “Por supuesto que es una apología al narcotráfico”, confiesa. “Y de pronto se estigmatiza demasiado, cuando hay empresas legales de tabaco, de refrescos, de cultivos transgénicos que causan un daño terrible a la sociedad”.  
   Apoyado en manuales difundidos en Internet para construir laboratorios hidropónicos, De la Torre construyó un sistema de cultivo hidropónico que define como “autosustentable y ecológico”. Fue instalado con ayuda de una estudiante de agronomía de la UNAM.
   Patrocinado por el Consejo Nacional para la cultura y las Artes (Conaculta) y en el marco del Bicentenario, Roberto de la Torre, ocupó más de cuatro toneladas de harina y reutilizó el inmobiliario del extemplo para realizar su instalación. Los paquetes de harina y epazote serán donados a diferentes instituciones y organizaciones no gubernamentales.
   “Dentro de todos estos festejos del Bicentenario faltó una alegoría y puede ser muy bien esta pieza; sin embargo, ha habido poca difusión, no se le ha dado una gran apertura”, cuenta.
—¿Quién se beneficia con el sistema de producción del crimen organizado?
—Todos directamente o indirectamente se benefician de una empresa productiva que genera grandes cantidades de dinero. Desde la misma gente que mueve el negocio, hasta los que califican como negativo el negocio. Indirectamente crea ratings en las noticias. Asimismo contribuye económicamente a los partidos políticos.
   En la nave principal los empleados tararean los corridos mientras hurgan en la blancura de harina: Los gringos me la han peinado cada vez que me torean / cuando me mi miran mi escuadra les juro que hasta se mean… Al fondo, se apila una imagen de la desolación y la ruina: paquetes de cocaína y mariguana listos para ser transportados y distribuidos.  
   Es apenas un destello. Como si los paquetes que se apilan en un extremo de la nave empujaran a la reflexión.
   De la Torre mezcla conscientemente el inmobiliario de un espacio público, como el exTeresa, con la ubicación geográfica del museo: negocios que venden indumentaria militar; narcotienditas (la delegación Gustavo A. Madero registra el mayor número de denuncias por narcotienditas, según la SSPDF); puestos ambulantes que venden armas de juguete, Palacio Nacional.
   Enfrente del museo se escucha un disco que se anuncia como Corridos sin pelos en la lengua: Soy más cabrón que bonito / y así me voy a morir / chiva cristal o perico los llevo hasta pa’ dormir / soy muy cabrón para el perico / trafico y vendo de todo / y también lavo dinero…
   Harina y epazote se presenta hasta finales de febrero en el Ex Teresa Arte Actual en Licenciado Verdad 8, Centro Histórico.

Nacer tras las rejas en México


Las mujeres que purgan sus condenas en los reclusorios femeninos de la Ciudad de México se enfrentan a todo para sobrevivir. En el de Santa Martha Acatitla, el problema de la maternidad es oprobioso. Ahí, alrededor de 100 menores cohabitan con sus madres en un sórdido espacio, sin ninguna garantía. Lo grave es que algunas de ellas admiten que deciden embarazarse para evitar que las transfieran a un penal de alta seguridad, y se muestran dispuestas a correr todos los riesgos que ello implica. En este reportaje, a fin de proteger a los menores y a sus madres,  se mantienen en reserva sus nombres, sustituyéndolos por seudónimos.

Proceso/México, D.F.-
El mundo de Martín mide 7.7 hectáreas, es gris y con forma octagonal. Más allá, sólo el limbo de un hábitat ruidoso y desconocido para él.Y si bien las crayolas de los niños tienen colores vistosos, como el azul, beige y negro, en el caso de Martín y los casi 100 infantes que, como él, viven en el reclusorio femenil de Santa Martha Acatitla al lado de sus madres, estos tonos tienen un significado distinto
   En el código penitenciario, el azul corresponde al vestido por las internas más antiguas y aguerridas, las que mejor defienden su territorio: las sentenciadas. El beige es para las melancólicas, las confundidas, las que prefieren no dar problemas, toda vez que su proceso aún no concluye. Pero es el negro el que cubre los cuerpos de las más temidas, las dueñas de la vida carcelaria: las custodias.
   Según la ley, los bebés que nacen mientras su madre purga una condena en Santa Martha tienen derecho a permanecer con ellas los primeros cinco años 11 meses. Al cumplir los seis, son enviados con algún familiar o a un hospicio. Sólo entonces descubren el mundo extramuros.
   En este espacio, las reclusas de Santa Martha conviven con sus hijos durante los primeros años, inmersas en un ambiente sórdido en el cual la drogadicción, las riñas –provocadas por un litro de leche, por obtener un chocho o por un pedazo de jabón–, el lesbianismo y los abusos de autoridad son cotidianos.

Los “juzgadazos”
   De 2008 a finales de 2010, el número de menores en Santa Martha aumentó 61.2%, al pasar de 60 a 98. La cifra es exponencial, si se considera que el crecimiento poblacional oscila en 10% en el reclusorio.
   Muchas de las madres de Santa Martha aseguran que su primera opción es tener a sus hijos con ellas, pues consideran que enviarlos a una institución o con sus familiares no garantiza a los menores una vida más placentera. “Si a mí no me cuidaban, ¿qué le van a hacer a mi hijo?”, reflexiona Celia, quien purga una condena por el delito de daños contra la salud.
   Otras dicen que si sus hijos permanecen en el reclusorio ellas tendrán algunos beneficios, como celdas mejor ubicadas, así como una mejor ración de comida diaria y otras canonjías; unas más confiesan que en la maternidad encuentran el ancla para impedir que las trasladen a penales de máxima seguridad, donde la presencia de niños no está permitida.
   Hay internas que han dado a luz en dos ocasiones y tienen a sus hijos en sus celdas. “Son los juzgadazos”, comenta una empleada del penal femenil, y relata, mientras señala a una de ellas: “Esa interna tiene dos hijos, su esposo está en otro penal. Cuando va al juzgado y se encuentra con él aprovecha para tener sus encuentros”.
   Hoy, ante el disparo de nacimientos, en Santa Martha cunde un rumor: están preparando una villa para que las internas y sus hijos sean trasladados a las Islas Marías.
   La socióloga Claudia, quien imparte clases a nivel universitario a los presos de los diferentes centros penitenciarios del Distrito Federal, gracias a un programa de la Universidad de la Ciudad de México, relata que en Santa Martha una de sus alumnas faltaba a sus clases con frecuencia y no cumplía con sus tareas. Cuando asistía a clase, dice, llevaba a su bebé de un año, que tenía un semblante enfermizo.
   Dice que eso le preocupó, por lo que comenzó a apoyarla con dinero. Dejó de hacerlo cuando descubrió que la propia madre drogaba al bebé para evitar que llorara. “Cuando sus compañeros me lo dijeron, no lo podía creer. ¿Cómo pude haber sido tan pendeja y no haberme dado cuenta?”, se pregunta la profesora.
  Ese tipo de maltrato infantil ha dado lugar a “madres sustitutas”: internas que, aún sin haber engendrado al niño, los cuidan. Esta modalidad se da, principalmente, cuando las madres biológicas son adictas a alguna sustancia.
  “Hay niños que sólo están con su madre, nomás cuando se van a dormir, el resto del tiempo lo traen otras internas”, asevera Guadalupe, una de las internas.
  Elena Azaola Garrido, especialista en temas de género y reclusorios del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), considera que más allá de la aplicación de una regla general, cada caso debería ser analizado de forma individual, para así evaluar si mantener al menor al lado de su madre presa es en su mejor beneficio.
  “Cada caso –dice– debe ser valorado y debe tomarse la mejor decisión, la que mejor cumpla con los derechos de los niños. No se pueden poner metas generales y decir, ‘ningún caso’ o ‘en todos los casos’”.
  Sobre el uso de la maternidad como vehículo para obtener beneficios y evitar traslados a otros penales, Azaola Garrido señala que, pese a que pueden existir estos casos, no se pueden violentar los derechos reproductivos de las reclusas y, por el contrario, se debe apoyarlas con asesoría e información:
   “Es posible que algunas lo intenten (embarazarse para evitar su traslado u obtener beneficios), aunque de todas formas tienen sus derechos a salvo, inclusive el de ser madres.
  “No por ello se desvirtúan los derechos de los menores. Claro, lo más conveniente es que ellas pudieran contar con todo el apoyo y toda la asesoría de lo que implica traer un hijo al mundo y que ellas pudieran tomar una decisión estando perfectamente informadas, asesoradas, no presionadas o negándoles su derecho.”

El Cendi
   La mayoría de los menores acuden al Centro de Desarrollo Infantil (Cendi) que existe al interior del reclusorio. Aunque llevar los menores a sus instalaciones no es obligatorio, sí es una condicionante para que las internas reciban pañales y leche para sus hijos. “A mí eso es lo único que no me gusta. Que si no los mandas, no te dan nada”, asegura Celia.
   Las educadoras visten batas a cuadros, como en cualquier kínder. En el patio trasero están los juegos, recientemente donados. En ese espacio los pequeños interactúan y se divierten hasta que, a las tres de la tarde, sus madres pasan a recogerlos.
   En el Cendi Amalia Solórzano de Cárdenas laboran una directora, una psicóloga, una trabajadora social, cuatro asistentes educativos y dos auxiliares  administrativas. Algunas internas prestan eventualmente sus servicios, lo que ha generado el descontento de algunas madres, quienes se quejan porque, arguyen, algunas de las cuidadoras consumen drogas.
   Y aun cuando la mayoría de las madres de los menores que asisten al Cendi tienen una buena impresión de su funcionamiento, dicen que les gustaría que no fueran internas las encargadas de apoyar a las profesoras.
   Sagrario, quien está en la cárcel por fraude, es una de esas internas que cuidan a los infantes. Dice que ella también es madre, aunque sus hijos, de 10 y 12 años, ya no están en el reclusorio. Comenta que aunque pudiera tenerlos ahí, no lo haría, pues considera que es probable que una larga estancia de los pequeños en el penal afecta su personalidad.
  Sin embargo, dice que cuidar a los hijos de sus compañeras “es un respiro. Me hago la idea de que son los míos. Muchas mamás sólo lo tienen aquí porque les conviene. Los cuidan mal y luego nos echan la culpa a nosotras”.
  Relata que a Israel, el bebé de Laura, lo tiraron en una ocasión en el Cendi. La madre no lo supo por voz de las empleadas del lugar, sino por el moretón que le descubrió en la frente: “Al principio me negaron todo y yo dejé de llevar a mi hijo al Cendi como dos meses, pero durante ese periodo me dejaron de dar pañales y leche, así que tuve que regresar”, dice.
  La ración diaria por bebé es de tres pañales y 10 onzas de fórmula de leche, aunque “si corro con suerte, alcanzo hasta un cuarto de bote”, agrega Laura, quien llegó a Santa Martha hace cuatro años acusada de ser cómplice en un secuestro.
   Azaola Garrido considera que las condiciones en que se desarrollan los menores dentro de los centros penitenciarios, no son los adecuados para su sano desarrollo: “Hay que insistir en que las prisiones que permitan tener ahí a los niños, deben tenerlos en las mejores condiciones y priorizar sus derechos”.

Los que vienen de afuera
   Eleuteria Román Cuevas, directora de Seguimiento del Sistema Nacional para Prevenir, Atender, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres del Inmujeres, comenta que en la mayoría de los reclusorios estatales los hijos de las presas no son reconocidos en la normatividad.
   “Las políticas respecto a los niños quedan al criterio del funcionario en turno. Los niños y las niñas son invisibles en el sistema penitenciario. Son la deuda mayor”, explica.
   Por ello, dice, no hay un censo nacional actualizado sobre los niños que viven en las cárceles femeniles, ni cuántos años tienen. La edad máxima permitida para que los menores permanezcan con sus madres varía en cada entidad.
   “Muchas mujeres preferirían que los niños se los llevaran a los tres años, porque a los seis ya se dan cuenta de muchas cosas: empiezan a socializarse con el lenguaje que oyen en el reclusorio”, agrega Román Cuevas. Ella reconoce que los menores que crecen en ese ambiente son más proclives a delinquir, sobre todo cuando rebasan el límite de edad y su futuro en el exterior se torna incierto. Ello provoca que muchos de ellos terminen en las calles.
   Para evitar esa situación, es necesario regular el desarrollo de los menores en los presidios del país. “Los niños tienen reconocido el derecho de crecer en un ambiente libre de violencia, ahora el Estado tiene que hacer las reformas pertinentes para lograr que se les garantice ese derecho, así como el de la alimentación, a la satisfacción de sus necesidades, a la salud y a la educación”, puntualiza Román Cuevas.
   Diana lava la ropa de otras reclusas y hace mandados para sacar sus gastos, dice, en especial para conseguir los 100 pesos que la institución en donde se encuentra su hijo Juan, de 12 años, le exige cada mes. En similares condiciones se encuentran 49 menores (23 hombres y 26 mujeres) cuyas edades van de los dos a los 18 años.
   “Yo prefiero que (mi hijo) no esté conmigo. Aquí se ven muchas cosas que lo dejarían marcado”, asegura Diana. Y agrega: “Los otros están chiquitos, lo más probable es que se les olvide el lesbianismo y todo lo demás. Pero a un niño de 12 años, ¿cómo?”.
   La Tercera encuesta a la población en reclusión del DF, realizada por el Centro de Información y Docencia Económicas (CIDE), estima que 86% de las mujeres que purgan su condena en los penales de la Ciudad de México son madres.
   Elena Azaola y Marcelo Bergman, responsables del estudio, sostienen que “los hijos de las internas quedan expuestos a un nivel mayor de desestructuración familiar que los hijos de los varones presos”, toda vez que cuando son los padres quienes se ven inmersos en un proceso judicial, en 80% de los casos los menores quedan bajo la tutela de la madre.
   Cuando sucede lo contrario, agregan, sólo 21% de los padres varones asumen esa responsabilidad. La mayoría de las veces son los abuelos los que se hacen cargo de los menores (31%); o lo hacen otros familiares (26%). Según el estudio, en 14.7%  de los casos se desconoce el paradero de los menores; y existe un porcentaje mínimo (0.5%) de los que llegan a centros infantiles.